Giulio Regeni y yo pasamos un año de nuestras vidas estudiando juntos como compañeros de clase en la Universidad de Cambridge. Durante un año, asistimos a las mismas clases, compartimos los mismos debates intelectuales, nos reímos tomando pintas de cerveza en los mismos pubs, y posamos para las mismas fotografías felices con nuestros amigos.
Él era una de las personas más amables y con la curiosidad más genuina que he conocido. Por ello, cuando vi su fotografía expuesta en la web de alumnos de nuestro departamento, estaba impaciente por leer qué le había pasado. Pero me quedé horrorizado al descubrir que la foto iba unida a una esquela. Lo más perturbador fue enterarme de que el 3 de febrero de 2016, el cuerpo de Giulio fue encontrado en un barranco junto a una autopista en Egipto, con signos de extrema tortura y mutilación.
La historia es nauseabunda, triste y difícil de relatar. Unos años después de graduarnos, Giulio empezó su doctorado, dedicado a las organizaciones sindicales de Egipto. Durante el segundo año de sus estudios, fue investigador invitado en el Cairo (Egipto), donde continuó con sus labores de investigación.
El 25 de enero, desapareció en el día del quinto aniversario de la Revolución Egipcia. Nueve días después, cuando se halló su cuerpo, estaba cubierto de quemaduras de cigarrillo, heridas de arma blanca y contusiones provocadas por fuertes golpes. Inicialmente, el Gobierno egipcio comunicó que Giulio había muerto en un accidente de coche. Unos días más tarde, cambió su historia declarando que había sido obra de una banda. Pero los expertos en abusos de los derechos humanos afirman que el asesinato de Giulio muestra los signos de tortura típicos de las fuerzas de seguridad del estado.
Este es el motivo por el que pido que se lleve a cabo una investigación independiente por parte de especialistas externos. Pido a los Gobiernos italiano y británico que hagan uso de su influencia diplomática para que se haga justicia por Giulio. También insto al presidente egipcio Sisi a cumplir con las peticiones de dar acceso a los expertos a todos los recursos necesarios con el fin de llevar a cabo una investigación completa y exhaustiva.
Sin una investigación externa fidedigna, ninguno de los que conocimos a Giulio podremos dar este caso por cerrado. Es preciso que averigüemos de una vez por todas quién está detrás de su brutal y espantoso asesinato. Debemos llevar a los responsables ante la justicia. Giulio fue una persona ejemplar y muy querida por todos sus amigos, familiares y colegas. Las mentiras y los subterfugios deben dejar paso a la verdad ya.
Al presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi; al Secretario de Estado del Foreign Office británico Philip Hammond, y el Ministro de Asuntos Exteriores italiano Paolo Gentiloni Silveri:
Los abajo firmantes, exigimos que se lleve a cabo una investigación exhaustiva por parte de especialistas independientes sobre la muerte del estudiante italiano Giulio Regeni, estudiante de doctorado en la Universidad de Cambridge.
Giulio Regeni y yo fuimos compañeros de clase durante un año de nuestras vidas, cuando estudiábamos en la Universidad de Cambridge. Durante un año, asistimos a las mismas clases, compartimos los mismos debates intelectuales, nos reímos tomando pintas de cerveza en los mismos pubs, y posamos para las mismas fotografías felices con nuestros amigos. Él era una de las personas más amables y con la curiosidad más genuina que he conocido. Por ello, cuando vi su fotografía expuesta en la web de alumnos de nuestro departamento, estaba impaciente por leer qué le había pasado.
Pero me quedé horrorizado al descubrir que la foto iba unida a una esquela. Lo más perturbador fue enterarme de que el 3 de febrero de 2016, el cuerpo de Giulio fue encontrado en un barranco junto a una autopista en Egipto, con signos de extrema tortura y mutilación.
La historia es nauseabunda, triste y difícil de relatar. Unos años después de graduarnos en nuestro máster, Giulio se matriculó como estudiante de doctorado para centrarse en las organizaciones sindicales de Egipto. Durante el segundo año de sus estudios, fue investigador invitado en el Cairo (Egipto), donde continuó con sus labores de investigación. Todos sabíamos que llegaría lejos.
El 25 de enero, desapareció en el día del quinto aniversario de la Revolución Egipcia. Nueve días después, cuando se halló su cuerpo, estaba cubierto de quemaduras de cigarrillo, heridas de arma blanca y contusiones provocadas por fuertes golpes. Inicialmente, el Gobierno egipcio comunicó que Giulio había muerto en un accidente de coche. Unos días más tarde, cambió su historia declarando que había sido obra de una banda. Pero los expertos en abusos de los derechos humanos afirman que el asesinato de Giulio muestra los signos de tortura típicos de las fuerzas de seguridad del estado.
Este es el motivo por el que pido que se lleve a cabo una investigación independiente por parte de especialistas externos. Pido a los Gobiernos italiano y británico que hagan uso de su influencia diplomática para que se haga justicia por Giulio. También insto al presidente egipcio Sisi a cumplir con las peticiones de que los expertos puedan acceder a todos los recursos necesarios con el fin de llevar a cabo una investigación completa y exhaustiva.
Sin una investigación externa fidedigna, ninguno de los que conocimos a Giulio podremos dar este caso por cerrado. Es preciso que averigüemos de una vez por todas quién está detrás de su brutal y espantoso asesinato. Debemos llevar a los responsables ante la justicia. Giulio fue una persona ejemplar y muy querida por todos sus amigos, familiares y colegas. Las mentiras y los subterfugios deben dejar paso a la verdad ya.
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