DECLARACIÓN PARA UNA SOCIEDAD PACIFICA
Vivimos en la actualidad el mayor número de conflictos internacionales desde el término de la II Guerra Mundial. A su vez, la prolongación de la Guerra de Ucrania y la dimensión del conflicto, cuya escalada pone en riesgo al mundo, no sólo ha hecho descender el nivel de paz a escala global, sino que hoy está presente el peligro de una guerra nuclear y en consecuencia constituye una amenaza para la preservación de la especie humana.
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que se extiende por más de dos años, se ha configurado como un grave duelo de poder entre Rusia y la OTAN, con Estados Unidos a la cabeza lo que implica una nueva etapa de la Guerra Fría, ahora con la Unión Soviética reducida a Rusia ya debilitada, todo ello en medio de una disputa por la hegemonía mundial que gira cada vez más hacia China y otras naciones, lo que ha alterado el sistema internacional, produciendo focos de agudos riesgos, así como el debilitamiento de Europa. Hay grupos de poder que postulan la idea de que esta conflagración no es tan dramática, inclusive si en el conflicto ingresan directamente otros países o coaliciones. Grave equivocación, de ocurrir esto se intensificaría el exterminio de miles de personas, así como los riesgos para el planeta, sin obviar que una guerra a gran escala perturbaría las economías de las distintas regiones del mundo ocasionando un incremento de la pobreza y extrema pobreza.
El otro frente potencial de una conflagración mundial es el que tiene lugar en Medio Oriente, donde está aconteciendo el genocidio del pueblo palestino. La política territorial expansionista del estado de Israel, en muchos sentidos semejante a la emprendida por los nazis contra los judíos en el siglo pasado, se realiza de manera brutal no sólo en la franja de Gaza, sino también en Cisjordania. Hoy la ocupación israelí avanza sobre Líbano y ha provocado el involucramiento de la República Islámica de Irán, fuertemente respaldada por Rusia, en el conflicto. El riesgo de un choque entre Estados Unidos e Israel contra Rusia e Irán vuelve factible que una guerra de alcance planetario tenga como escenario principal a Medio Oriente.
El ataque a los cascos azules en Líbano, así como las declaraciones de Netanyahu señalan que el gobierno de Israel desafía a la ONU, lo que muestra que para Israel es suficiente el apoyo de Estados Unidos y por lo tanto que la vía para detener la guerra es precisamente que Estados Unidos retire ese apoyo al genocidio perpetrado por el gobierno de Israel.
Pero si bien la vida común está en riesgo en cada territorio, los organismos internacionales y los estados están haciendo poco por preservar la estabilidad del derecho internacional y la paz entre las naciones. Los gobiernos latinoamericanos permanecen impertérritos, mientras que los europeos no han asumido su responsabilidad de contención del conflicto, ni han formulado sugerencias efectivas de un alto al fuego, por el contrario intentan atizar la guerra con la entrega de armas de alcance intermedio para atacar la profundidad de Rusia, ataques que de concretarse podrían ser el inicio de una escalada nuclear, basta un mínimo error de cálculo de algún actor político para que la agonía se precipite y ya sea tarde.
Esa actitud de los gobiernos contrasta con las multitudinarias manifestaciones a lo largo del mundo para detener el genocidio contra el pueblo palestino y la exigencia de paz. Por ello, se requiere que cada persona, con independencia de toda circunstancia, se sume a los movimientos sociales que se oponen a la guerra y a los conflictos armados, se necesita no solo realizar un gran llamado por la paz internacional, sino presionar a los gobiernos para que pongan fin a la guerra y la aniquilación, singularmente de la población civil. Se trata de informar, debatir, proponer iniciativas y movilizarse para lograr desde la sociedad una tregua por la humanidad. Requerimos que los líderes de hoy comprendan que la inmensa mayoría de la gente demanda la existencia de gobiernos, sistemas políticos y de representación que apelen a la racionalidad y el diálogo, que reconozcan los derechos universales de una ciudadanía que reclama el restablecimiento de la paz, como condición cultural de cada espacio de vida. Aún es posible tejer la paz y propiciar el diálogo de acuerdos básicos. Es la vida la que está en riesgo, son las conquistas civilizatorias de siglos las que se ponen en duda con la guerra.
Hacemos un llamado a iniciar un proceso de negociación por la paz entre Rusia y Ucrania, que preserve la vida de todas y todos sin distinciones, así como un alto al genocidio contra el pueblo palestino, en este proceso, Estados Unidos tiene la mayor responsabilidad. La lucha por la paz hoy, no es únicamente una expresión de solidaridad, sino un asunto de sobrevivencia de la humanidad.
Por todo esto pedimos que se difunda y firme esta declaración y las que apelen a un humanismo activo que impida la locura de una tercera guerra mundial. Quienes nos adherimos, manifestamos nuestra voluntad de construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, para todas y todos y para las futuras generaciones.
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