Los cubanos que deciden vivir en otro país viven desterrados.
Muchos regresan, pero para entrar a la isla, si han salido después del 31 de diciembre de 1970, necesitan hacerlo con el pasaporte cubano, que es
de los más caros del mundo. Después de obtener el pasaporte, el gobierno de la isla les obliga a pedir una autorización o
habilitación, que es una especie de visa o cuño que ponen en el pasaporte cubano, validando la entrada al país en el que han nacido.
No obstante,
ha habido casos en que a pesar de poseer la habilitación, los ciudadanos cubanos son regresados de inmediato al país de donde llegaron, sin poder abrazar o ni siquiera ver a su familia. En otros casos, se les ha permitido entrar al país, pero luego han ido a buscarlos a sus casas para regresarlos inmediatamente.
Por otra parte, para poder salir de la isla, quienes viven en Cuba necesitan de un permiso al que se le conoce como "carta blanca", tanto si van de visita al extranjero como si su salida es “definitiva”. Este permiso lo emite el Ministerio del Interior, según consta en la
Ley de Inmigración de este país.
Tanto la habilitación como la carta blanca
impiden la entrada o salida de Cuba a los cubanos y son usadas por el gobierno como un arma de chantaje contra los ciudadanos y a veces hasta con sus familiares.
Tener que solicitar o recibir semejante permiso es un acto denigrante y violatorio del derecho de cada cubano a entrar o salir libremente de su país; y del
artículo 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Esta petición apela a todos los defensores de los derechos humanos y pretende reunir firmas para que a los cubanos les sea devuelto su derecho a viajar libremente.