Berta Cáceres, líder indígena y activista medioambiental de Honduras, fue asesinada en su domicilio en la madrugada del 3 de marzo de 2016.
Le dispararon y lo dejaron morir. Los asesinos huyeron sin ser identificados y ni la policía ni el Gobierno de Honduras han hecho apenas esfuerzos por investigarlo. La familia y colegas de Berta dicen que fue asesinada debido al trabajo que realizaba en defensa de los derechos de los indígenas y del medio ambiente. Todas las pruebas apuntan a un asesinato.
Cáceres era miembro de la comunidad indígena Lenca y cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). También dirigió una campaña en contra de la construcción de la represa de Agua Zarca, en el Río Gualcarque. La empresa gubernamental china Sinohydro, la constructora de presas más grande del mundo, se retiró de la construcción en 2013, citando públicamente "una resistencia e indignación constantes de la comunidad". Desde entonces, múltiples miembros de COPINH han sido asesinados. La propia Cáceres recibió numerosas amenazas de muerte, pero el Gobierno hondureño no hizo nada para protegerla.
La presa, aprobada por el gobierno, habría cortado el suministro de agua, alimentos y medicamentos para cientos de personas de la comunidad Lenca, infringiendo su derecho a gestionar y vivir sosteniblemente de su tierra. El proyecto se sacó adelante sin consultar a la población indígena Lenca, una violación de los tratados internacionales que gobiernan los poblados indígenas.
Entre 2010 y 2014, 101 activistas fueron asesinados en Honduras, un número de fallecidos más alto en comparación con el registrado en cualquier otro lugar. Me llama la atención el hecho de que todo activista que desafía un proyecto gubernamental acabe muerto. Pueden sacar sus propias conclusiones, pero debe enviarse un mensaje claro al Gobierno y a la población hondureños. Esto no puede ni debe ser tolerado.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos debe intervenir realizando una investigación independiente sobre el asesinato de Berta Cáceres - y enviar un mensaje claro de que el mundo no puede quedarse de brazos cruzados ante la desaparición de los activistas que luchan en contra de un camino manchado de sangre, que conduce a la destrucción de la naturaleza en Honduras e ignora el drama de las comunidades indígenas.
Berta Cáceres ya no puede alzar su voz por una causa por la que es preciso continuar luchando. Las comunidades indígenas han perdido a su defensora y con ella, sus esperanzas de tener un acceso justo al agua y los alimentos, algo que forma parte de los derechos humanos básicos. Tú puedes ser un nuevo defensor del cambio.
Este es nuestra llamada para que se haga justicia por Berta. Por favor, firma y comparte esta petición con tus amigos y familia.